Imagino cómo es el día de Leonardo.
Imagino a su mamá y a su papá escuchándolo en la madrugada, cuando les requiere su primer alimento.
Imagino a su mamá levantándose para atenderlo. Ella procura que Najú duerma pues en estos días el trabajo de él en la oficina es agobiante.
Imagino que cuando él se levanta, ve a Leonardo, o lo carga o lo cambia o le hace alguna musaraña, le da un beso y le dice adiós. Seguramente a Najú le duele la distancia que pone entre él y su hijo durante las horas en que no está en casa.
Imagino a su mamá comenzando el día y siguiéndolo de cerca, con Leonardo a un lado, ahí, en su moisés, a la espera de que requiera de su atención. Miri cuenta con el apoyo irrestricto de su mamá, la buena Soco, quien ha dejado su casa por estar con ella y Leonardo.
Imagino, imagino...
martes, 11 de agosto de 2009
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