jueves, 30 de julio de 2009

Dos semanas

Leonardo con su mamá.

¡Qué belleza!

Dos semanas después de haberse conocido personalmente, ambos están sintiéndose cómodos uno con el otro.

Y yo, de testigo de tal prodigio. Afortunada que soy.

Leonardo parece un duendecillo, sobre todo cuando le pone un gorrito con punta en nudo.

A dos semanas de salir de su bañera, intenta cambiar su piel; supongo que por otra resistente a la atmósfera más seca de aquí afuera, aunque eso es ligeramente inexacto. Siquiera que no le ocasiona ningún trabajo. Él sigue durmiendo, comiendo, llorando, viendo, viendo, viendo. ¿Qué mundo verá?

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