

Aprovechando el precioso día y la presencia de Leonardo, fuimos el güelogüero, él y yo a la orilla del lago.
Bajamos por las escaleras del Callejón y luego paseamos por ahí para ver a los peces, las tortugas y los patos. Una pata tenía cinco patitos pequeños.
Leonardo disfrutó de todo, aunque no logró ver la tortuga.
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