Le encanta inspeccionar todas las maquinarias. Aquí, aprovecha que yo lo puedo sostener en una pierna para subirlo y alcanzar las llaves y la cerradura de una puerta. Le dio vuelta a las dos, aunque no pudo abrir nada. Lo disfrutó mucho.
Por supuesto que su interés por los mecanismos tecnológicos no supera el ser fotografiado y gozar de ese momento, como es evidente aquí.
Vino Alaíde para estar con su sobrino Leonardo. Fuimos los abuelos y ellos dos a disfrutar de las instalaciones infantiles.
Aquí se puede observar cómo disfrutaron ambos del columpio. A Leonardo, sobre todo, le fascina mecerse ahí. No fue muy cómodo para ninguno de los dos, pues el asiento es para chicos más grandes, pero hicieron su mejor esfuerzo para aprovechar la oportunidad, tanto de estar juntos como de columpiarse.
Aquí, con su güelogüero, en el lago. Randy lo lleva en el canguro. Como lo colocamos con la vista hacia la misma dirección de Randy, éste se desesperaba porque no le veía la cara y entonces no sabía si el pequeño la estaba pasando bien o no. Claro, yo le contaba, pero no era suficiente.
Conoció a los patos y los gansos del lago. A los peces todavía no los vio.
Mientras sus papás iban a un bautizo, Leonardo paseó con su güelogüero y yo por el parque. Se ve cómo disfrutó la caminata por ese lugar, tanto que a veces se le olvidaba tomarme de la mano.
Le sigue gustando mucho que le tomen fotos. Aquí, va bien tomado de las manos de cada uno de sus abuelos y voltea a ver la cámara.