Le pido permiso para tomarle unas fotos mientras come su paleta helada de limón. Me autoriza. Entonces le digo que está muy serio, que sonría. Responde con su carita ladeada y una tierna mirada; luego, la clásica en donde muestra los dientes. Más tarde, sí, me regala una clara sonrisa. La de júbilo va dirigida a su mamá, por supuesto.
martes, 13 de septiembre de 2011
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