Leonardo jugó mucho a abrazar a Dora, incluso acercó a la Mandarina de tela para que ella también lo hiciera.
A esa misma Mandarina la subió a su león y la paseó.
Quiso que lo meciera en la hamaca, como si fuera un columpio.
Descubrió después la escoba y el recogedor y se puso a trabajar con esos instrumentos.
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