Luego encontró el descansabrazos de su carreola y quiso que lo subiera a ella para pasearlo por la casa. Él mismo se colocó el cinturón de seguridad.
Para descansar, subimos a la cama para jugar con el gusanito que siempre le asombra tanto.
Después, desafortundamente, se cayó en la calle y resultó bastante golpeado, así que regresó a su casa lloroso, adolorido y lleno de miel. Esperamos todos que pronto se le pase el malestar.